martes, 23 de marzo de 2010

Capítulo 20

En el capítulo anterior vimos como Juasi y Jasoi dirigían los habitantes de Ornitorrinco-onomatopeico de Arriba hacia el Cañón de Floodlandia. Al llegar, el sr. Cebra les acompañó a la sala de reuniones, donde esperaban sus consejeros. Eran un jabalí (uno de verdad) con una enorme quemada en el lomo y un collar como el del alcalde, una mujer con las dos piernas ortopédicas y un brazo robótico y un hombre. Sí, un hombre, a secas, un tío la mar de normal, con traje normal, careto normal, y extremidades normales. Era tan normal que resultaba raro. Se sentaron alrededor de una mesa ovalada de roca con un jarrón chino en medio, aunque este detalle resulta absolutamente absurdo e innecesario. El alcalde Cebra empezó a hablar.

CEBRA: Bien. Estamos aquí para decidir que haremos con el futuro de nuestro pueblo. Tenemos provisiones para una semana, pero no vamos a poder salir a la luz hasta que Don Dresdres y King Africa sean derrotados.
JABALÍ: La situación es grave. Debemos empezar a buscar zonas de caza.
MUJER: No! Ahora es importante situar un lugar escondido donde construir un nuevo pueblo.
JABALÍ: Eso es una idiotez! Si no podemos ni vivir aquí, ¿como vamos a gastar tiempo y esfuerzos en vivir en otro sitio?
MUJER: ¿Y dónde encuentras zonas de caza, eh? Todo esto son ROCAS!
JABALÍ: Pues comeremos rocas! Mira! Mira como como rocas!

El Jabalí empezó a intentar morder la mesa, con la mirada atenta y furiosa de la mujer sin piernas ni brazo. El Sr. Cebra puso paz.

CEBRA: Paz! PAZ! Señor Ruipérez, deje de morder la mesa! Y usted, sra. Je, serenese! No debemos empezar a atacarnos entre nosotros, hay problemas mayores. Juasi, Jasoi, ¿tenéis alguna idea?
JUASI: Eh... a ver...
JASOI: A ver... eh...
HOMBRE: ¿Puedo proponer algo?

El hombre estrañamente normal habló por primera vez. Su voz tenía un timbre misteriosamente neutro, ni agudo ni grave, ni alto ni bajo, el volumen y tonalidad exacta. Su cara no reflejaba exactamente nada, quizá algo sí, pero a saber que. Ponía de los nervios.

CEBRA: Por favor, habla Robert.
ROBERT: Gracias. Creo que deberíamos enviar refuerzos a los rebeldes de Las Vegas y conseguir en una semana que se venga abajo el dominio de King Africa.
JE: Eso es una locura!
JABALÍ: HUOOOOONK! Perdonen, se me cayó el collar. Como iba diciendo... DEMENCIAL!
JUASI: Bueno, tampoco es tan mala idea.
CEBRA: Explicate, Juasi.
JUASI: El caso es que ahora mismo solo hay dos llaves en sus lugares de origen. Son la de Bahía Bananera, a un día de distancia, y la de San Día del Huerto, que está a cinco horas de camino de aquí.
JASOI: Ya veo por donde vas, hermano. Lo que deberíamos hacer es llegarnos hasta San Día del Huerto, conseguir la llave, ir a Bahía Bananera, conseguir la otra llave, reunir todas las que tengamos y buscar la forma de destruirlas.
JUASI: Y, mientrastanto, unos cuantos de vuestros más bravos hombres, mujeres y... animales...
JABALÍ: Por favor, seres vivos varios, sin faltar!
JUASI: Perdón. Pues eso, enviar seres vivos varios a ayudar a Edward Tutú y su ejército del LOL.
CEBRA: Mmm... puede ser una opción.
ROBERT: Es nuestra ÚNICA opción. Los señores Asdwersad pueden ir a buscar la llave de Bahía Bananera. Yo me encargaré de llegar hasta San Día del Huerto y conseguir la otra llave. Y ya, de ahí, guiaré a un regimiento de seres vivos varios hasta Las Vegas.
JE: Oh, vaya memez.
JABALÍ: Que me coman!
CEBRA: Callad los dos! Bien, pues eso es lo que haremos. Robert, reune a los 10 aldeanos más preparados que encuentres y que ocho te acompañen. Los otros dos irán con Juasi y Jasoi a Bahía Bananera.
ROBERT: Me parece corrrecto.

Robert abandonó la sala, seguido por la mirada de los hermanos germanos, el jabalí y la señora Je. El alcalde dió por finalizada la reunión y acompañó a Juasi y Jasoi a tomar una copa, unos ganchitos y un bol de hierbajos. Se sentaron comodamente en la sala privada del alcalde.

CEBRA: ¿Cuando tenéis pensado partir?
JASOI: En cuanto termine estos ganchitos.
JUASI: Yo esperaré a terminar el bol de hierbajos.
CEBRA: Espero que esto salga bien, no aguantaremos mucho aquí.
JASOI: Una preguntita, sr. Cebra... ¿por que es tan normal el Robert este?
CEBRA: No lo sé, es muy raro.
JASOI: Ahá... y, ¿la señora Je? Está a cachos.
CEBRA: Tuvo un altercado con un tigre de bengala, muy majo por cierto. La culpa fue suya, por apostar que la sierra eléctrica no funcionaba.
JUASI: ¿Y el tigre?
CEBRA: Segunda puerta, a la derecha.

Los tres siguieron con la conversación muy animadamente.

A pocos minutos de Bahía Bananera, Jasoias seguía en el coche de Williams, con el kiwi y el pingüíno loco. Jasoias estaba de los nervios, entre los tres le habían dado un viaje que pa que. Williams no tenía punk en el coche, solo pop de los 80 y algo de Dance, así que el kiwi llevaba cuatro horas cantando a gritos canciones punk. Williams citaba cada media hora a algún que otro filósofo griego, la mayor parte de las veces sin venir a cuento. El pingüíno le daba poca guerra, de vez en cuando despertaba de su letargo y le insultaba en hebreo, pero nada que no pudiera controlar. Finalmente llegaron a Bahía Bananera, un bonito pueblo pesquero con un gran faro. Pararon junto a un local llamado "La Concha de Pascual" y, al entrar se dieron cuenta de algo, de algo horrible. Y eso fue... fue...

...

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