martes, 2 de marzo de 2010

Capítulo 17

En el capítulo anterior, los hermanos Asdwersad consiguieron escapar de las manos de La Morsa Sigilosa y sus dos matones (los enmascarados) y recuperar 2 de las 3 llaves que los malotes tenían en su poder. En Ornitorrinco-onomatopeico de Arriba tunearon el coche, pero al ir a pagar se dieron cuenta de que... de que... el camello que les atendía en realidad era un dromedario disfrazado! Les pareció ciertamente curioso, pero no le dieron importancia y se fueron en su nuevo coche. Su próxima parada era la casa de la familia de Supercalifragilistico Espialidoso, así que fueron para allá. El perrete estaba muy emocionado al llegar y abrazó con amor a sus padres y a su hermana, todos ellos perros de nacimiento. Mientras se quedaba con su família, los tres hermanos germanos decidieron ponerse a buscar la llave. Fueron al ayuntamiento donde fueron atendidos por una simpática señorita.

SIMPÁTICA SEÑORITA: Buenas mañanas. ¿Qué desean?
JUASI: Querríamos hablar con el alcalde.
S.S.: Bien, le llamaré para ver si tiene algún hueco en la agenda, esperen aquí.

Mientras la Simpática Señorita llamaba por teléfono, Juasi, Jasoi y Jasoias se sentaron en unos asientos al lado de un pingüíno. En la mesita había revistas y rábanos, y al lado de las sillas, un montón de paja. Había un dispensador de agua y un plato con pienso. Tras unos minutos, Juasi intentó entablar charla con el pingüíno.

JUASI: Hola.
PINGÜÍNO: ...
JUASI: Que buen día hace hoy, verdad?
PING.: ...
JUASI: Bueeeeeeeno... Y, ¿qué le trae por aquí?
PING.: PRRRRRRRIEEEEEEEEEEE!
JUASI: Ahá...
S.S.: Señores Asduersad?
JASOI: Asdwersad, con W.
S.S.: Perdonen, lo he copiado mal. Ya pueden pasar, el alcalde les espera.
JASOIAS: Vamos hermanos.

Ambos tres entraron al despacho del alcalde. Era una sala grande, con una mesa en medio. Tras la mesa, un hombre entrado en años parecía estar escribiendo algo. A su lado, una cebra les miraba fijamente, sin moverse demasiado. Relinchó y el hombre habló.

HOMBRE: Tomen asiento.
JASOI: Gracias, señor alcalde, por atendernos. Querríamos- ...

La cebra relinchó con sonoridad y el hombre sentado en la mesa volvió a hablar.

HOMBRE: El señor alcalde les pide por favor que le miren a los ojos cuando le hablan.
JASOI: Oh, vaya, creo que... creo que ha habido una pequeña confusión. Usted es...?
HOMBRE: Soy el traductor. A partir de ahora cada vez que abra la boca repetiré las palabras textuales del señor alcalde. Así que el narrador puede sustituir "HOMBRE" por "CEBRA", si así le viene en gana.

Me parece correcto.

HOMBRE: Bien.
JASOI: Bueno... A lo que ibamos. Señor alcalde, nos gustaría hablar con usted de un tema de vital importancia.
CEBRA: Cuando quieran, empiecen.
JASOI: Supongo que, como alcalde que es, debe estar usted en el conocimiento de lo que se le llama "el Candado de las Ocho Llaves".
JUASI: El nombre te lo acabas de inventar.
CEBRA: Cierto, se lo acaba de inventar, pero si que sé a que se refiere. Lo que no sé es porqué ustedes lo saben.
JASOI: Eso no es importante. El problema que surge es que el actual alcalde de Baxcity va a romper el pacto y quiere abrir el candado.
CEBRA: Lo sé.
JASOIAS: ¿Lo sabe?
CEBRA: Sí. King África nos envió un comunicado secreto, privado e intransferible en una botella a todos los alcaldes pidiendonos por las buenas las llaves. La mayoría nos negamos, pero alguno cedió a su voluntad. El alcalde de Emotown (el cuarto del mes) le envió la llave justo antes de cortarse las venas. Y sabemos que el alcalde de San Día del Huerto tiene pactado entregarsela cuanto antes.
JUASI: El alcalde de nuestra ciudad! Es decir...
JASOIAS: Calla, que destrozas la trama!
JUASI: Casi se me escapa.
JASOI: Y... ¿qué pasa si se niegan?
CEBRA: En principio todos los alcaldes vamos a ser los conejillos de índias para provar lo que sea que hay dentro de la sala guardada por los candados.
JASOI: Para su suerte, nosotros estamos en posesión de tres de las llaves, nuestros aliados tienen otra y una quinta ha caído al río junto con su portador. Es decir, que quedan tres llaves.
JASOIAS: La de Bahía Bananera, la de San Día del Huerto y la suya, sr. alcalde.
CEBRA: Mmm... sugerís que si os la entrego... ¿estará a buen recaudo?
JUASI: De hecho, vamos a destruirlas.
CEBRA: Bien, en ese caso...

La cebra se acercó a la mesa, justo al lado del traductor, y abrió un cajón de donde sacó una llave. Luego se acercó a una pared y quitó un cuadro y utilizó la llave para abrir una caja fuerte, de la que sacó una llave más brillante. Luego se acercó a la alfombra y la quitó, y con la llave abrió una trampilla pequeñita de la que sacó una llave más brillante aún. Finalmente, se acercó de nuevo a la mesa y utilizó la llave para abrir otro cajón, de dónde sacó por fin la Llave. Pero entonces, sucedió algo terribilísimo... algo pasó... y lo que pasó fue... fue...

...

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